Primera Plana
Opinión


Pasividad frente a consumo inadecuado de agua

María Isabel Solís | Viernes 15 de Agosto, 2025

Recientemente, Sally Reyes y Carlos Murcia, del departamento de Control Ambiental del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), ofrecieron una charla en la sede del Colegio de Periodistas y Profesionales en Ciencias de la Comunicación Colectiva (COLPER), en la que explicaron el complejo proceso que lleva el agua para lograr su potabilización, es decir que sea apta para el consumo humano y la podemos ingerir con solo abrir la llave del tubo.

Ese proceso tiene por objetivo eliminar todas aquellas sustancias y microorganismos que pueden resultar tóxicas para el ser humano como el zinc, el cromo, el plomo, bacterias, algas, entre otros, de manera que ese líquido vital pueda ser consumido sin ningún riesgo para la salud humana como sucede en Costa Rica.

Luego de escuchar esa charla entendí por qué recientemente, un turista que visitó el país, hace unos meses, decía, en sus redes sociales, que no comprendía cómo en Costa Rica se podía tomar agua del tubo sin ninguna dificultad.

Pensé simultáneamente, en el triste episodio que vivé en México, en setiembre del año pasado, cuando sin ninguna explicación aquel paseo familiar se convirtió en una tortura, al punto que tuve que asistir a la Enfermería de Querétaro por un episodio de diarrea, vómito y retortijones intestinales que no me dejaron en paz, hasta que recibí la medicación correspondiente y la indicación, casi mandato: no tome agua del tubo.

Pero a pesar de que en Costa Rica tenemos esa garantía, la población costarricense no es consciente de los esfuerzos que se realizan minuto a minuto, segundo a segundo, para que el agua llegue potable hasta nuestra cocina, pila y baño.

En Costa Rica el agua que llega a nuestra casas es sometida a un  proceso desarenador para retener los materiales de mayor densidad como la arena, luego se le agregan productos químicos como sulfato de aluminio  y polímero para amalgamar las partículas coloidales, posteriormente, se realiza la floculación, que es un proceso químico para que las sustancias coloidales se agrupen y se junten formando flock o partículas de mayor tamaño y densidad que puedan ser eliminadas con mayor facilidad mediante la filtración y la sedimentación. Luego se le adiciona cloro para eliminar microorganismos que puedan causar una variada cantidad de enfermedades.

Aquella charla sirvió para reflexionar en la escasa conciencia que tenemos en Costa Rica por valorar, aprovechar y no desperdiciar el agua potable.  No es posible que el agua que ha llevado un caro y complejo proceso para garantizar su potabilidad, la utilicemos para lavar carros, echarla al jardín, lavar ropa o limpiar el servicio sanitario.

Es necesario que la población tica reciba una mejor educación ambiental que la lleve a evitar el desperdicio de este líquido vital, a tener un mayor aprovechamiento del agua de lluvia, a estar pendiente de cualquier fuga y a evitar el exceso de consumo agua cuando nos lavamos los dientes, nos bañamos o nos lavamos las manos.  Debemos aprender a aprovechar y reutilizar las aguas jabonosas y las de la lavadora para otros quehaceres hogareños.

Lo incomprensible es que este tipo de sensibilización no se realiza en forma constante en la educación formal, la población escolar no recibe una educación permanente y constante sobre el uso racional de este recurso que podría agotarse si seguimos con estas malas prácticas.

Los mismos servidores del AYA señalan que ellos ofrecen charlas, pero que la acción no forma parte de un plan educativo formal, sino que se realizan a libre demanda y cuando alguien se las solicita.

Toda la humanidad debe conocer el valor que posee el agua para la vida planetaria.  Sin agua no hay vida, pero al parecer estamos dejando del lado un tema que solo lo traemos a colación cuando se programan en nuestras comunidades los racionamientos de este líquido vital.

 

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