Península de Osa: desde los ojos del alma
Adriana Nuñez Artiles* | Jueves 31 de Julio, 2014
En el mundo existen innumerables sitios exóticos y subyugantes que visitar, siempre y cuando el bolsillo y el espíritu aventurero nos lo permitan. La lista es amplia y en ella tienen cabida espléndidas islas, ciudades históricas, aldeas de mar, grandes capitales… Pero también hay espacio en ese recuento para maravillosos lugares que los costarricenses tenemos a la vuelta de 3 o 4 horas, donde pequeños y cálidos hoteles, una escenografía natural impresionante y la huella imborrable de las culturas que nos dieron origen, reclaman nuestra presencia.
Entre estos puntos de excepcional belleza, se encuentra la Península de Osa en la costa suroeste del océano Pacífico. Esta zona relativamente pequeña, la cual administrativamente pertenece a la provincia de Puntarenas, limita al norte con la Bahía de Coronado y al sur con el golfo Dulce.
La región posee un gran número de hábitats tropicales: bosques lluviosos, humedales costeros, bosques de montaña, etc. Y en ella encontramos el Parque Nacional Corcovado, que es la extensión de tierra protegida más grande de Costa Rica y que, según National Geographic, es “el área biológicamente activa más intensa del mundo”.
Es en Osa donde visitamos, por primera vez, la famosa Playa Ballena - declarada Parque Nacional Marino para la protección de la ballena Jorobada- cuyos 3 kilómetros de extensión muestran arenas grisáceas rodeadas de vegetación que en la punta, toman la forma, durante la marea baja, precisamente de la cola de una ballena.
Otros nombres y recovecos nos alejan de la carretera principal: Dominical, Uvita, Piñuelas o la hermosa Playa Ventanas, con sus túneles pétreos por los que con fuerza se manifiestan lenguas de mar, cargadas de espuma.
Y entre Dominical y Palmar Norte, descubrimos el pueblo de Ojochal, diminuto pero abierto a la diversidad étnica y cultural, poseedor de preciosos hoteles y restaurantes donde degustar los más variados y exquisitos manjares de la cocina local e internacional.
Es en esta ruta donde escogimos para pasar unas cuantas noches en el hotel El Castillo, de corte mediterráneo, y cuyas cinco habitaciones poseen una de las vistas panorámicas más bellas de la zona. Balcones abiertos, piscina que se engarza en un paisaje infinito, madera, hierro, piedra…la atención personalizada en todo momento, se traduce en inigualables olores, flores, frutos, música y sonrisas.
De allí partimos hacia el punto focal de nuestra gira a la Península de Osa: la visita a Finca 6, sitio arqueológico del Museo Nacional de Costa Rica impulsado conjuntamente con varias organizaciones locales y nacionales, cuyo objetivo es promover la investigación y el aprendizaje acerca de los antiguos pobladores del Delta de Diquís.
Finca 6 en el escenario
Según lo reseña el investigador Alberto Sibaja Álvarez, cuando lo describe en la publicación Esferas de Piedra en Costa Rica, “el Delta del Diquís o Delta Sierpe-Térraba es uno de los sistemas deltaicoestuarinos (perdonen semejante palabra) más importantes del sur de América Central; su formación la originan el Río Grande de Térraba y el Río Sierpe; ambos descargan sus caudales en el océano Pacifico. El Grande de Térraba colecta las aguas en descenso de innumerables ríos de la cordillera de Talamanca. Esta es la cuenca hidrográfica más extensa de todo el país”.
Es en esta región donde destacan, en muchos de los sitios arqueológicos, esferas de piedra precolombinas originarias de nuestro país, declaradas por la UNESCO el pasado 23 de Junio como Patrimonio Mundial.
En los terrenos de Finca 6 –diez hectáreas que han sido donadas a las autoridades nacionales- se conservan restos de las bases de las viviendas, alineamiento de esferas, zonas funerarias y otras evidencias de las sociedades precolombinas que habitaron el sureste de nuestro país, especialmente durante los años 800 a 1500 d.C.
Otras fincas denominadas 4, 5, 7 o Batambal y El Silencio, también poseen grupos de esferas dispuestas en línea o en forma de triangulo o rectángulo, ubicación que se asocia a fenómenos celestes, representativas de rango social y de liderazgo, entre otras interpretaciones.
De arenisca, piedra caliza, grabo o diorita, las esferas casi perfectas, retratan una época en la cual hombres y mujeres buscaban vivir en armonía con la naturaleza.
El pequeño museo de Finca 6, inaugurado a fines del año 2013, exhibe parte de los trabajos de recolección de datos, materiales e investigaciones realizadas por arqueólogos nacionales en esta zona. Pero la tarea apenas comienza.
Y por ello, resulta imprescindible el apoyo que visitantes locales, nacionales y extranjeros puedan darle a esta labor titánica de develar la historia para las generaciones actuales y futuras.
La visita a este espacio verde, donde los trinos de pájaros multicolor contribuyen a que el alma se eleve hasta alcanzar el horizonte y fundirse en él, debe ser visita obligada para todos aquellos que deseen despertar o renovar en sí mismos y en sus allegados, el amor por una tierra fértil y húmeda, en la cual se forjaron obras maestras de la escultura y la cerámica. Allí también se funda en gran medida, la identidad del ser costarricense.
Esa es solo una parte de la Península de Osa, un tesoro al alcance de todos.
*Periodista







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