La paga por la piedra
Gerardo Bolaños G. Periodista y escritor | Lunes 22 de Febrero, 2016
Entre los placeres que brinda el vicio de la lectura y la curiosidad por el pasado de Costa Rica figura ir de vez en cuando a una compraventa en el centro de San José. Me interesan en particular libros de finales del siglo XIX y principios del XX que son cada vez más difíciles de conseguir. Y dentro de esta categoría me atraen los que son ilustrados con fotografías.
Este jueves 18 me encontré y compré en una librería de viejo una publicación relativamente reciente (1981) sobre Doña Adela, la primera gran empresaria del país (Adela Gargollo vda. de Jiménez). Tiene muchas fotografías antiguas, está muy bien impreso en papel de lino y fue escrito por el artista Guillermo Jiménez Sáenz, uno de los nietos de Doña Adela, apoyado en la idea y la generosidad intelectual de Lilia Ramos.
Doña Adela era una mujer sensible pero de armas tomar, una verdadera reina del trabajo, quien estuvo casada con el general e ingeniero Lesmes Jiménez. Este regresó de Europa fascinado por el estilo gótico y levantó la iglesia de La Merced, además de muchas otras edificaciones.
El anecdotario de esta empresaria que se hizo de la nada (su marido le dejó apenas dos prensas para hacer mosaicos) es muy elocuente, pues llegó a ser una de las más pujantes de Costa Rica. Su empresa fue la constructora en 1929 de la actual Embajada de México ubicada detrás de la Casa Amarilla.
El presidente de Costa Rica en aquella época era Don Cleto González Víquez, a quien se le confió el encargo de hacer de albañil y poner la primera piedra de la llamada Legación de México.
González Víquez, se cuenta en el libro, siempre tuvo una debilidad por Doña Adela y aceptó gustoso. Después de la ceremonia, Doña Adela envió al presidente Cleto González un sobre con 75 céntimos de colón por media hora de trabajo.
Según los cálculos de la época el presidente ganaba 3 250 colones al mes, o sea unos 16 colones la hora, es decir 8 colones la media hora, a razón de ocho horas diarias por 26 días de trabajo al mes. En la nota que especifica estas cuentas, el cronista se pregunta si es que Doña Adela le pagó muy poco como operario para poner la primera piedra o si es que González Víquez cobraba mucho como presidente.
En todo caso, Doña Adela escribió en el sobre de la liquidación al presidente, con grandes letras rojas, la siguiente leyenda: "NO HAY MÁS TRABAJO".






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