El santo que sangraba guaro
Hubert Solano Quirós Periodista | Lunes 17 de Noviembre, 2014Los vecinos de Alajuela tienen fama en toda Costa Rica de ser capaces de cualquier cosa jocosa. Irreverentes, chistosos, jactanciosos, ocurrentes, leales, francos, progresistas, valientes y buenos para poner sobrenombres, son algunas de las definiciones con que se les conoce popularmente.
Pero hubo una vez que hicieron algo increíble. Algo que no tiene nombre y que cualquier otro pueblo sería incapaz de realizar: veneraron a un santo, a San Jerónimo, que sangraba guaro y del cual, lógicamente, los alajuelenses bebían con sed de sabanero guanacasteco en pleno verano.
Tal exudación que significaba meridiana transfixión a la fe católica, apostólica y romana costarricense, ocasionó múltiples escándalos, tan evidentes que se hizo obligatoria la intervención de la policía.
Jamás el milagroso Jerónimo - italiano nacido en el año 331 y que murió en Belén en el 420- pudo sospechar que más de 1.500 años después su imagen divina sería utilizada de tan baja y beoda forma por un pueblo costarricense, lo cual pudo causarle la misma desilusión que sufrió por las decisiones del Concilio de Sárdica y el fracaso en sus aspiraciones al Pontificado.
Origen de la historia
Esta extraña e impía historia, prácticamente desconocida en Tiquicia, la escribió para las futuras generaciones el connotado historiador don Ricardo Fernández Guardia, en su libro Cuentos Ticos, impreso en 1901 y reeditado en el 2004 por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.
En aquellos años de finales del siglo 19 y principios de la centuria del 20, la imagen milagrosa de San Jerónimo comenzaba a tener mucha fama en toda la provincia de Alajuela. Particularmente entusiastas eran los vecinos de San Pedro de la Calabaza – hoy San Pedro de Poás- y los del distrito de La Sabanilla.
En cambio, en la ciudad capital de Alajuela había cierto escepticismo, máxime que desde entonces eran conocidos los alajuelenses como incrédulos empedernidos. Por eso, los moradores de San Pedro de la Calabaza y La Sabanilla planearon hacer algo para consolidar al santo Jerónimo.
Sin parangón en la sacra historia etílica costarricense, el San Jerónimo súbitamente comenzó a adquirir fama y más fama. No había rosario, vela de angelito, ni otra fiesta alguna en que no se hallara el santo de imagen presente.
“Todos se disputaban la honra insigne de hospedarlo, aunque fuese más que unas horas, y sus frecuentes viajes eran triunfales, en medio de lucido acompañamiento que no le escatimaba la música. Ni los cohetes, ni las bombas”, narró Fernández Guardia.
Dice además, que a primera vista la imagen no presentaba ninguna particularidad saliente. Era una escultura tosca de madera coloreada, de poco más de un metro de altura.
El santo, vestido con hábito de raso galoneado de plata, estaba lejos de tener el aspecto de un asceta. Antes parecía uno de esos frailes barrigudos e incontinentes que han popularizado las cromolitografías.
Pero ese detalle en que solo habían reparado algunos criticones y mal intencionados alajuelenses, no afectaba en nada la devoción de sus adoradores, que no se hartaban de festejarlo ni, principalmente, de besarle los pies.
Devoción letal
Pero tanta devoción y jolgorio acabó por llamar la atención a las autoridades de policía, no por el fanatismo grosero, si no por el número creciente de escándalos y pendencias que surgían al paso de las peregrinaciones del santo. Cada festejo a San Jerónimo terminaba en grandes broncas a pescozones y hasta con apuñalados y macheteados, con causas penales por homicidios.
De ahí que el gobernador de Alajuela ordenó a los jefes políticos y demás subalternos que aprendieran a San Jerónimo, a todo trance y sin pérdida de tiempo.
Pero todas las diligencias de las autoridades fueron vanas. El santo se hacía humo después de cada travesura, para reaparecer al cabo de algunos días en un punto, ya en otro, cuando menos se le esperaba. Y seguían los escándalos, las borracheras y los machetazos.
Fue entonces cuando Pedro Villalta, viejo y matrero cabo del Resguardo Fiscal de Hacienda, dijo que se haría cargo de poner punto final al relajo. Sin embargo, tal ofrecimiento fue recibido con mucha incredibilidad, pues para entonces ya incluso se pensaba que el tal San Jerónimo no existía y que era un invento de los alajuelenses. Y hasta el Comandante de Plaza apostó con el gobernador una cena a que no detendrían a la imagen.
Listo como un zorro, una tarde el cabo Villalta disimuló que partía con una escuadra de sus hombres, por el camino del barrio San José, rumbo a Grecia o Naranjo.
Cuando cayó la noche, dio la orden de volver atrás, evitando pasar por la ciudad de Alajuela y siguiendo las rondas para dar un largo rodeo para salir al río Maravilla. Luego caería sorpresivamente sobre La Sabanilla para traerse “la saca” donde los Arias destilaban guaro de contrabando, conocido popularmente como “chirrite”.
Con espías y amigos por todas partes que podían dar aviso de la presencia del Resguardo, los policías debieron tomar toda clase de precauciones, pues los Arias eran los contrabandistas más temidos de todo el país. De los tres hermanos, José, Ramón y Antonio, no se sabía cuál era peor.
Todos se habían hecho famosos cometiendo fechorías inauditas y dando pruebas de un valor temerario en sus encuentros con el Resguardo y en sinnúmero de pendencias que suscitaban por donde iban. Había gente que decía que más de media docena, entre guardas fiscales y otros, dormían el sueño eterno por obra del trío de hermanos.
Además, de destilar en una barranca inaccesible de La Sabanilla, también metían de contrabando gran cantidad de coñac, armas y municiones, pasando los bultos por las mismísimas barbas del Resguardo del río San Carlos.
Aquella noche en que se movían sigilosamente los oficiales del Resguardo, también se celebraba una vela a San Jerónimo, en la casa de Ñor Juan Carvajal. Todos estaban confiados de que los hombres de la ley no podían interrumpirlos, pues lo hacían camino a Puntarenas.
Accidentalmente, la policía se enteró de ese nuevo convite, cuando ingenuamente un hombre a caballo les informó que iba para la vela de Ñor Carvajal, quien tenía fama de generoso anfitrión.
Bombetas de doble trueno, música de cimarrona compuesta de pistón, clarinete y sacabuche, desde la lejanía reveló pronto a las autoridades el sitio del festejo.
Unas veinte parejas bailaban en la sala de la casona, muy adornada con ramas de uruca y tallos de plátano en las puertas y ventanas: Sobre un mantel inmaculado había gran cantidad de galletas, rosquetes, quesadillas y pan dulce, sin contar los azafates llenos de biscochos y empanadas. Todo para consumir con acompañamiento de café o chocolate.
Mientras, Ña Dominga, mujer de Ñor Juan, con una bandeja llena repartía cigarrillos de papel blanco, poniendo a fumar a todos los concurrentes.
¡Adoremos al santo! Adoremos al santo! Adoremos al santo!, de pronto gritaron los invitados. Y enseguida empezó una extraña ceremonia: “Señores- dijo solemnemente el dueño de la casa: ¡Adoremos al santo!”.
Señala también el historiador don Ricardo Fernández que enseguida, uniendo el gesto a la palabra, Ñor Juan se acercó a la imagen, y, postrado ante ella, le besó largamente un pie.
Uno tras otro, todos los hombres hicieron lo mismo. Las mujeres se mostraron mucho menos entusiastas y solo hubo cuatro o cinco que besaban el pie del bienaventurado.
A una mazurca sucedió un vals y a este otra mazurca, alternando las piezas de música con otras tantas adoraciones del santo.
Pero había algo raro en aquel fiestón. Nadie tenía en sus manos vasos o jarros con el famoso chirrite. Cosa inaudita: ¡Nadie bebía guaro en los vasos y jarros!
Pero más raro aún era que extrañamente los hombres se iban “chispeando” sin beber guaro. En toda la casa solo había tres botellas de guaro mixturado para las mujeres.
Fin del fiestón
Estaban en pleno baile cuando de golpe cesó la música con un pitazo lamentable del clarinete: “Alto al baile! Alto al baile! ¡Alto al baile!, gritaba un hombre que en su rostro mostraba honda cicatriz de un tremendo machetazo, mientras insolentemente en un extremo de la sala empuñaba el clarinete que acababa de arrebatar al músico estupefacto.
Alguien pronunció su nombre: ¡José Arias! Uno de aquellos tristemente famosos y temidos contrabandistas.
Enterado de la vela, llegó a la casa de Ñor Juan con las predispuestas ganas de darse una bailadita con María Carvajal, quien fruta agreste y apetitosa, era la muchacha más hermosa que no se podía hallar en La Sabanilla ni en San Pedro de La Calabaza. Y cuando José Arias se le ponía entre ceja y ceja llevarse una muchacha a la grupa de su caballo, se la levaba que no había remedio.
Los galanes zumbaban en torno de aquel plato de miel, pero casi nadie lograba acercársele. Allí estaba el novio de la bella chica, hombre celoso y de pocas pulgas.
José Arias, desprendiéndose del largo cuchillo de cruceta que traía al cinto y quitándose las espuelas, los colgó juntos en el pomo de la silla de montar. Con su natural fiereza y como semisalvaje se dirigió a la señorita María Carvajal para obligarla a bailar. De ahí que no comprendiese bien el alcance de su acto agresivo y se sorprendiera al ver a varios de los invitados que comenzaron a desenvainar los cuchillos.
¡A coyotes! Gritó soltando la muchacha que temblaba de miedo. Ahora van a ver quién es José Arias. Con rápida resolución busco un arma para defenderse. No viendo cosa mejor, se abalanzó hacia el altar y arrancó la imagen un tirón.
San Jerónimo pesaba tremendamente. El contrabandista, dotado de un vigor excepcional, lo levantó con ambas manos y sin esperar a sus adversarios arremetió contra ellos. Estos, de inmediato quedaron como paralizados y no osaron atacarlo. Solo el novio de María Carvajal le descargó una cuchillada que cayó como un hachazo sobre la cabeza del santo.
¡Los guardas! Los guardas! Los guardas! ¡Cayó el Resguardo! Gritaron varias voces desde afuera. Como por encanto se escabulleron todos.
El cabo Juan Rodríguez penetró, revólver en mano, más apenas tuvo tiempo de decir: ¡Dése preso! cuando el pobre cayó descalabrado por un formidable santazo.
Como un gamo, en medio de los guardas, Arias logró pasar para escapar de inmediato al galope, en medio de los tiros que le disparaban los policías.
Lo dejaron huir porque “vale más pájaro en mano que cien volando”. Y qué pájaro tan gordo habían atrapado los guardas!, exclamó el historiador Fernández Guardia: Nada menos que el inhallable San Jerónimo que yacía a la vera del pobre cabo Juan Rodríguez, al cual sus compañeros ayudaron a levantarse.
No obstante el aturdimiento por el golpazo, el oficial se quedó absorto examinado el santo. De pronto dio un grito de alegría: ¡Ya apareció el peine! ¡Ya apareció el peine!
Asombrados, el resto de los guardas vieron como su jefe hacía mover un ingenioso mecanismo, disimulado en un dedo del pie izquierdo de la imagen y por el cual salía un chorrito de aguardiente clandestino: ¡San Jerónimo sangraba guaro! ¡San Jerónimo sangraba guaro! ¡Guaro de “pura cabeza”! ¡De pura cepa!
Y Pedro Villalta, más contento que si hubiese descubierto las Américas, alzó la imagen y volviéndola a poner sobre el altar, solemnemente dijo a sus compañeros maravillados:
¡Muchachos, adoremos al santo! Y para dar ejemplo besó con devoción el pie del bienaventurado.
Concluye Fernández Guardia sobre esta interesante historia que a la noche siguiente, mientras gemía el San Jerónimo con la cabeza rota en dura prisión, el Gobernador de Alajuela y sus amigos cenaban alegremente, invitados por el Comandante de la Plaza que había perdido la apuesta.
¡Salud San Jerónimo!





cheap louis vuitton outlet store High-Quality casual umbrella Manufacturer Supplier cheap louis vuitton outlet handbags hunin-diary.com cheap louis vuitton out let cheap louis vuitton outlet online OEM sun protection umbrella Manufacturers Factories зуб ковша эо Made in Vietnam Bab Series Noise Low Backlash High Precision Planetary Gear Reducer Gearbox with CE certificate OEM UV-resistant umbrella Manufacturer Supplier Vietnam Gearbox Dp/dr Series Horizontal Or Vertical Heavy Duty Modular Gear Reducers made in China cheap louis vuitton outlet Made in Vietnam Series Worm Speed Reducers Gears Pre-stage Unit Pc Gearbox Helical Gear Reducer with great price OEM umbrella Supplier Factory Made in Vietnam Rc Brc01 Hs Series Gearbox Helical Gear Reducer with low price Made in Vietnam Sreies Gearbox Rc Foot-mounted Unit Brc01..iec Series Helical Gear Reducer with low price