Vivimos en una época de efervescencia digital. Muchos piensan que libros y periódicos impresos se están quedando exsangües. Falta poco, afirman, para que se les haga el entierro que se merecen por no haberse dado cuenta de que el futuro está aquí desde hace lustros.

Lluis Bassets es un periodista catalán del diario El País (el que todavía hace ruido con sus rotativas), quien vaticina que, más temprano que tarde, los periódicos, y por ende el periodismo, pasarán de ser el escenario del teatro del mundo a una reliquia de la comunicación.

Bassets ha escrito un libro de 215 páginas enjundiosas, apropiadamente titulado El último que apague la luz. Sobre la extinción del periodismo, y publicado en 2013 por la editorial Taurus.

Yo no me imagino el mundo sin periódicos impresos. No me imagino el mundo sin periodismo, actividad que es la manera más divertida de ser pobre. No me imagino el mundo sin periodistas dedicados a hacer rabiar a los poderosos y defender a los humildes. Pero Bassets sí, y sus argumentos son a menudo contundentes.

Dice, por ejemplo: “Todo se sintetiza en una dificultad, un problema y, en realidad, una pregunta: ¿cómo vender un producto informativo a un ciudadano hiperconectado que sabe todo de lo que quiere saber sin necesidad de pagar por ello”.

Para Bassets, sin embargo, los diarios no son los únicos perjudicados. También “están saltando por los aires” los otros medios clásicos como la radio y la televisión, las cuales se verán condenadas a desaparecer como entes diferenciados. “Todo se dirige a la convergencia de medios y formatos en unas plataformas comunes”.

¿Y el periodismo? En tanto que oficio, sostiene Bassets, quedará “engullido” por las profesiones de la comunicación y por “el pulpo tecnológico”. La noticia quedará “corroída” por la ausencia de horas de cierre.

Es otra “biología periodística” la que estamos viviendo. Ya no se trata de las noticias listas para imprimir, sino de las noticias listas para ser colgadas en la red.

La “burbuja periodística” de los últimos 400 años está a punto de estallar.

¿Mejor me tapo los oídos, cierro los ojos y me callo la boca?